sábado, 1 de septiembre de 2012

Demandantes de atención y Mr. Calchones

Antes de empezar a leer:

Unat = Unidad de atención. Se define como 1h de convivencia continuada con una demandante de atención, ya sea copulando, mirando trapitos en una tienda o peinando rosas silvestres.
Demandante de atención = Hembra humana estándar.
Mr. Calchone = Pagafantas en su juventud, ahora es un calzonazos estándar. Sacrifican bienestar personal y salud mental para agradar y meterla, prioridad absoluta en las diferentes etapas de su vida.




mujeres atencion y hombres calzonazos


El post de hoy no habla de seducción, sino de relaciones. Este efímero cambio de temática se debe a varias circunstancias: por un lado, estoy observando en mi entorno muchas relaciones que se van a la mierda por mala praxis por parte de los novios, y por el otro, recibo bastantes correos que versan sobre esto. Sobre relaciones que se queman.

Y diréis: pero no sólo será culpa de los Calchones, si una relación no funciona es responsabilidad de ambos. 
Y bueno, en cierta manera es así, pero cuando hablamos de demandantes de atención y Calchones, estamos ante casos en los que ellas hacen lo que se supone que deben hacer, mientras que ellos no. Lo explico a continuación.

Las mujeres están diseñadas para demandar más atención de la que necesitan para su supervivencia. Demandan tanta atención como para, en el caso de ser satisfechas sus demandas, quemar su propia relación. Es como los peces de agua dulce, que comen todo lo que pueden hasta explotar. En ambos casos (hembras y peces), estos comportamientos aparentemente destructivos tienen una lógica evolutiva.
El pez de agua dulce vive en un entorno donde la comida escasea. La mejor estrategia de cara a la supervivencia es arrasar con todo lo que pilla. En su hábitat natural esto no supone un problema, ya que a pesar de ir con la boca abierta a todos lados, suele pillar poco y en pequeñas cantidades. Para él, comer por horas - como podemos hacer los humanos - sería un suicidio, los nutrientes serían insuficientes y moriría de hambre.

Si lo sacas del río y lo metes en una pecera con buffet libre, comienzan los problemas. El pobre pez sigue comiendo todo lo que puede, como si no hubiera mañana. Y claro, el bichito se atiborra y la casca. ¿Es culpa suya? No, él hizo lo que se esperaba de él; engullir todo lo que podía.

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