sábado, 28 de abril de 2012

Cómo detectar a las calientapollas.

como detectar una calientapollas


La selección natural ha ido moldeando nuestra especie a través del tiempo. A lo largo de nuestra historia evolutiva, todos los rasgos que han resultado ser adaptativos se han ido añadiendo a nuestro genoma. Esto incluye sobre todo a las características físicas y morfológicas, pero también afecta a los instintos. Dentro de nuestro repertorio innato hay determinados impulsos y preferencias que predeterminan ciertas conductas, y sólo pueden ser explicadas mediante la selección natural. Uno de esos instintos que a nuestra especie le viene de fábrica (y de una muy antigua) es la necesidad que tienen todas las mujeres de verse bonitas.

Las chicas necesitan sentirse deseadas. Da igual que sean pijitas o perroflautas, que quieran ser madres o que estén decididas a pasar toda su vida solteras, porque es algo innato. A lo largo de milenios, las mujeres que tenían el deseo de verse bonitas (y hacían algo para lograrlo) aumentaban sus posibilidades de sobrevivir, y con ellas las de su prole. En una especie donde los machos damos una prioridad descomunal al aspecto físico, estar en la perpetua necesidad de sentirse bellas era el mejor impulso posible, ya que todo lo que fuera aumentar su deseabilidad les ayudaba a tener más éxito en la competencia por los mejores tíos (o los más aptos).

Dicho así todo esto suena bastante superficial, los tíos tenemos unos criterios muy básicos de selección, y ellas con el paso de los milenios simplemente se han adaptado. Lo cierto es que no hay nada que podamos hacer al respecto, somos un batido de genes de aquéllos que consiguieron sobrevivir (y reproducirse), y los instintos que hemos heredado no son otros que los que les fueron útiles a nuestros ancestros. Quizás en la sociedad actual es mucho más interesante una mujer inteligente y fea que una bella, pero nuestra genética no está hecha para la sociedad actual, muy reciente en el tiempo (en términos evolutivos inexistente).
También ocurre a la inversa, en otros tiempos un chico muy gordo no podía cazar, hoy en día ya no es necesario ir con la lanza persiguiendo búfalos porque tenemos coches y supermercados; sin embargo, ellas casi nunca lo "comprarán" porque en el pasado no fue evolutivamente rentable. No estamos diseñados para el entorno que hemos construido, somos robots completamente desadaptados.

Esta explicación es necesaria para poder trazar un perfil de nuestras siguientes sujetas: Las calientapollas.

domingo, 15 de abril de 2012

La importancia de la discreción.

La importancia de la discrección


A lo largo de la vida vas aprendiendo lecciones. Algunas son obvias y las adquieres rápido (sus consecuencias son como un resorte instantáneo y aprender de ello es inevitable). Por ejemplo: Si pasas la mano por el fuego te quemas. Basta con quemarte una vez para pillarlo.

Otras veces la cosa no es tan rápida, y asociar una acción a su resultado cuesta más. No duele al momento, las consecuencias vienen con retardo y tal vez necesitas 2 o 3 experiencias para ir pillando la idea: Si te chivas a la profesora de la gamberrada que ha hecho tu compañero "Menganito", ella te dirá: "muy bien, has hecho lo correcto", y seguramente le castigue, pero pronto verás que no sólo te ganarás la animadversión de "Menganito"; en cuanto lo hagas un par de veces más el resto de compañeros dejará de confiar en ti.

En un mundo donde todo lo que haces tiene sus consecuencias, también existen lecciones que sólo se aprenden a largo plazo, las que te enseña tu propia trayectoria vital. La importancia que tiene ser discreto respecto a tus ligues es algo que sólo se comprende cuando empiezas a perder tus primeros polvos... ¡Por bocazas!

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