La selección natural ha ido moldeando nuestra especie a través del tiempo. A lo largo de nuestra historia evolutiva, todos los rasgos que han resultado ser adaptativos se han ido añadiendo a nuestro genoma. Esto incluye sobre todo a las características físicas y morfológicas, pero también afecta a los instintos. Dentro de nuestro repertorio innato hay determinados impulsos y preferencias que predeterminan ciertas conductas, y sólo pueden ser explicadas mediante la selección natural. Uno de esos instintos que a nuestra especie le viene de fábrica (y de una muy antigua) es la necesidad que tienen todas las mujeres de verse bonitas.
Las chicas necesitan sentirse deseadas. Da igual que sean pijitas o perroflautas, que quieran ser madres o que estén decididas a pasar toda su vida solteras, porque es algo innato. A lo largo de milenios, las mujeres que tenían el deseo de verse bonitas (y hacían algo para lograrlo) aumentaban sus posibilidades de sobrevivir, y con ellas las de su prole. En una especie donde los machos damos una prioridad descomunal al aspecto físico, estar en la perpetua necesidad de sentirse bellas era el mejor impulso posible, ya que todo lo que fuera aumentar su deseabilidad les ayudaba a tener más éxito en la competencia por los mejores tíos (o los más aptos).
Dicho así todo esto suena bastante superficial, los tíos tenemos unos criterios muy básicos de selección, y ellas con el paso de los milenios simplemente se han adaptado. Lo cierto es que no hay nada que podamos hacer al respecto, somos un batido de genes de aquéllos que consiguieron sobrevivir (y reproducirse), y los instintos que hemos heredado no son otros que los que les fueron útiles a nuestros ancestros. Quizás en la sociedad actual es mucho más interesante una mujer inteligente y fea que una bella, pero nuestra genética no está hecha para la sociedad actual, muy reciente en el tiempo (en términos evolutivos inexistente).
También ocurre a la inversa, en otros tiempos un chico muy gordo no podía cazar, hoy en día ya no es necesario ir con la lanza persiguiendo búfalos porque tenemos coches y supermercados; sin embargo, ellas casi nunca lo "comprarán" porque en el pasado no fue evolutivamente rentable. No estamos diseñados para el entorno que hemos construido, somos robots completamente desadaptados.
También ocurre a la inversa, en otros tiempos un chico muy gordo no podía cazar, hoy en día ya no es necesario ir con la lanza persiguiendo búfalos porque tenemos coches y supermercados; sin embargo, ellas casi nunca lo "comprarán" porque en el pasado no fue evolutivamente rentable. No estamos diseñados para el entorno que hemos construido, somos robots completamente desadaptados.
Esta explicación es necesaria para poder trazar un perfil de nuestras siguientes sujetas: Las calientapollas.