Sumisión, deseo de agradar y una pequeña historia.

Los humanos somos muy dados a pedir disculpas, muchas veces sin que haya un motivo real para hacerlo (más allá de agradar o no incomodar a los demás). Todos los mecanismos que facilitan la convivencia en grupo están en nuestros instintos gregarios y son inevitables. Sin embargo, si queremos ligar, debemos erradicar estos comportamientos (al menos con las mujeres).

La sumisión es una conducta que se ve en casi todas las especies del reino animal; tiene como objetivo la evitación de un conflicto, y suele manifestarla el individuo que a priori parece más débil. Con ella suele indicar que acepta la supremacía de su rival y que no le supondrá ningún problema. De esta forma consigue dejar de ser percibido como una amenaza y se ahorra una paliza (o en según que especies la muerte).

Una de las cosas que más hacen las tías es probarte de manera inconsciente. Dependiendo de la respuesta que les des se sentirán más atraídas, o por el contrario, su interés disminuirá. En estos casos, los deseos de agradar que tan interiorizados tenemos, pueden ser nuestros peores enemigos. Poner excusas por nuestra actitud, por ejemplo, es la mejor manera de inhibirles la libido. Nunca te justifiques por cosas que no sean serias. Si algo inocuo que pueda ir con tu carácter le incomoda (o finge hacerlo con un "tú qué", "tú de que vas"...) no digas "era broma". Contestad metiendo más caña ("joder, qué carita tan mona pones cuando te indignas").

No buscamos ser sus amigos, para eso están los pagafantas, nosotros vamos a lo que vamos, o nos las ligamos o nada. Jugad fuerte, es mejor ligarse a 30 de cada 100 (aunque caigamos mal a las otras 70), que ser amiguitos de 80 sin comernos a ninguna.

Vuestra actitud es todo lo que tenéis, es quiénes sois y el único indicador fiable que determina cuánto valéis (esto no deja de ser un mercado).

Os voy a contar una anécdota, está claro que la cuento porque acabó bien, pero es un buen ejemplo de cómo hay que ir por la vida.
Hace 3 meses salí de fiesta con un colega, lo que por aquí se llama un "mano a mano". Entramos en un bar y a la de poco me ligué a una americana preciosa, estaba con sus 3 amigas. Bien, la americana era bastante chulita, jugué fuerte y a los 20 minutos nos estábamos besando en la barra.

La historia parecía que iba genial, nunca suelen torcerse las cosas cuando ya te has besado, pero la chica tenía un carácter un tanto "especial". Primero empezó diciendo que mi colega tenía cara de mono, y después empezó a meterse conmigo. Era obvio que le gustaba la caña, pero iba un poco bebida y hasta yo sentía que la tía estaba traspasando los límites, me harté de contestar ingeniosamente y empecé a pasar de ella. Sin ofenderla directamente, más allá de mostrarle mi más absoluta indiferencia. Fui a donde mi colega y empezamos a hablar con sus amigas. En este punto yo no la descartaba, pero si la chavala no aflojaba le iban a dar por el saco.

Al rato mi amigo fue al baño, y a la otra no se le ocurrió otra cosa que hacer la gracia echando los restos de un vaso de cerveza - de un desconocido - en el cubata que mi amigo se acababa de sacar (y que había dejado en una mesita). Me tocó los cojones, y le dije que era una impresentable y que no me hacía ni puta gracia. Cuando volvió mi colega le expliqué todo y les dije al resto de chavalas "la rubia no sabe estar, el próximo día llevadla con correa y bozal". Y tan tranquilamente nos piramos.

En principio podía parecer una derrota, de hecho esa noche nos quedamos con mal rollo y nos fuimos para casa poco después, la tía había conseguido crearnos esa incomodidad que hace que ya no te apetezca seguir por ahí. Lo bueno vino un mes después, en fiestas de un pueblo de por aquí, una amiga suya - de muy buen ver - me reconoció, y por la tontería empezamos a hablar. Me dijo que le había gustado como me había portado, que le pareció atípico, y acabamos intercambiando los teléfonos, una semana después ya estábamos liados.

Si bien este es un caso muy concreto, en el cual la suerte jugó a mi favor de una forma evidente, nunca modifiquéis vuestros valores por una tía. No prostituyáis vuestra dignidad por ver si le arrancáis una sonrisa.

Y sobre todo: Respetad a vuestros amigos y tratad a todas las tías - por muy buenas que estén - como una persona cualquiera. No las aduléis, y si podéis, divertíos dándoles un poco de caña.